Mitos y realidades sobre el mioma o fibroma uterino

Los miomas o fibromas uterinos son los tumores ginecológicos más frecuentes, si bien, en el 99% de los casos, son benignos y no aumentan el riesgo de cáncer ginecológico en la mujer.

Se originan en las células de músculo liso que hay en las paredes del útero. Suelen ser múltiples, aunque en ocasiones son únicos. Según su localización, se dividen en subserosos, que crecen la parte externa de la pared uterina (son el 55%); intramurales, en el interior de la pared uterina (el 40%) y submucosos, ubicados en la cavidad endometrial ( 5%).

Una de cada 4 o 5 mujeres padecerá miomas a lo largo de su vida. Son más frecuentes entre los 30 y los 50 años, disminuyendo frecuentemente de tamaño después de la menopausia, ya que se considera un tumor estrógeno-dependiente. Las mujeres sin hijos y de raza afroamericana son más propensas a padecerlos, aunque existe también un cierto componente hereditario.

Generalmente, los miomas causan desarreglos menstruales, con reglas muy abundantes o sangrados intermenstruales causantes de anemia, aunque también pueden aparecer como una masa abdominal con dolor en hemiabdomen inferior o sensación de presión, dolor lumbar, molestias urinarias, dispareunia… Pueden ser causa de abortos de repetición y se asocian a complicaciones obstétricas tales como partos prematuros, presentaciones anómalas que requieren cesáreas o hemorragias postparto que puedan precisar realizar una histerectomía (extracción de útero).

El diagnóstico es sencillo: basta con una exploración ginecológica y la realización de una ecografía abdominal y transvaginal.

No todas las mujeres con miomas precisarán tratamiento. En los casos en que sean asintomáticos, tan solo se requiere un control periódico para vigilar el crecimiento. En los sintomáticos, el tratamiento puede ser médico o quirúrgico, dependiendo de la edad de la paciente, deseo genésico, y tamaño y localización del mioma. El tratamiento médico consiste en fármacos que disminuyan los estrógenos circulantes, como el acetato de ulipristal, el DIU de levonorgestrel o los anticonceptivos hormonales, que mejorarán la sintomatología de sangrado y habitualmente disminuirán el tamaño del mioma.  En caso de precisar cirugía, esta puede realizarse por histeroscopia, laparoscopia o laparotomía. En caso de cirugía conservadora de útero, hay que recordar que hasta en un tercio de los casos, los miomas repetirán en el futuro, pudiendo requerir más adelante el realizar una histerectomía.